A diferencia del pensamiento occidental, que tiende a dividir la mente racional del cuerpo emocional, el pensamiento chino considera que el equilibrio entre emociones, pensamientos y energía vital es fundamental para la salud espiritual y física.
Para las corrientes como el Confucianismo, el cultivo de la mente es un camino hacia la virtud. El autocontrol, la reflexión y el respeto a las normas sociales permiten que la mente se mantenga en armonía, lo que favorece relaciones equilibradas y sociedades más justas.
Por su parte, el Taoísmo promueve una mente tranquila, vacía de excesos, que fluye como el agua siguiendo el Tao (道), el camino natural de la vida. Lao Tse decía: "Vacía tu mente de todo. Deja que tu corazón esté en paz. Observa cómo todo florece y cae sin interferir." Esta quietud mental es esencial para alinearse con la naturaleza y alcanzar la sabiduría.
En la medicina tradicional china, los órganos también están ligados a aspectos mentales y emocionales. El corazón, por ejemplo, es el "palacio del Shen" (神), el espíritu que gobierna la conciencia, el pensamiento y el sueño. Si el Shen está perturbado, surgen insomnio, ansiedad y confusión mental.
Por eso, prácticas como el Qi Gong, el Tai Chi y la meditación Chan (Zen) son fundamentales para cultivar una mente serena, presente y clara. El objetivo no es dominar la mente, sino permitir que regrese a su estado natural: el silencio lleno de sabiduría.
La filosofía china nos recuerda que una mente en paz no se obtiene luchando contra los pensamientos, sino aceptando el flujo natural del ser y cultivando el equilibrio interior día a día.
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